jueves, 22 de mayo de 2008

Norton I: Emperador de los Estados Unidos de América.

“Por pedido y deseo de una gran mayoría de los ciudadanos de estos Estados Unidos, yo, Joshua Norton… me declaro y proclamo Emperador de estos Estados Unidos, y en virtud de la autoridad así investida, ordeno y dirijo a los representantes de los estados de la Unión… que hagan alteraciones en las leyes existentes para aminorar los males bajo los cuales el país funciona, y así generen confianza, tanto en el país como en el extranjero, en nuestra estabilidad e integridad.”

Este sí es un Emperador.

Por medio de esta proclama, Joshua Abraham Norton, residente de San Francisco, E.U., se convirtió en Su Majestad Imperial Norton I, Emperador de los Estados Unidos y Protector de México, el 17 de Septiembre de 1859. Y así empezó uno de los reinados más extraños de la historia conocida.

Se cree que nació en Londres en 1819, y emigró con sus padres a Sudáfrica, donde pasó su infancia y juventud. A los treinta años emigró a San Francisco, dispuesto a hacer fortuna. Disfrutó de un gran éxito en los bienes raíces, al grado que para 1853 disponía de una fortuna de 250, 000 doláres. Una mala inversión en un cargamento de arroz (a raíz de que China pusiera un alto a sus exportaciones debido a la hambruna) hizo que perdiera su fortuna y se declarara en bancarrota en 1858. Antes de la fecha de su proclama imperial, no se le conocía padecimiento o conducta excéntrica alguna, por lo cual no se sabe si atribuirla a algún desorden mental o como resultado de sus problemas legales y finacieros.

Su reinado, el cual duró veintiún años, estuvo marcado por proclamas y edictos, con los cuales esperaba mejorar las condiciones de su reino. Por desgracia, los representantes electos del gobierno no las tenían en cuenta, a pesar de sus constantes llamados a la disolución del poder legislativo y renuncia de los senadores y representantes.

Sin embargo, su excéntrica actitud le hizo ganarse el aprecio de los habitantes de la ciudad, los cuales hacían lo posible por tratar a su nuevo gobernante con la dignidad y deferencia que merecía. No sólo podía comer en los mejores restaurantes de la ciudad sin pagar un centavo (estos solían poner placas en las cuales proclamaban que tenían “el sello de aprobación imperial de su majestad”), sino también contaba con asientos reservados en los espectáculos y obras de teatro, no solo para él, sino también para sus imperiales mascotas, dos perros callejeros llamados Bummer y Lazarus, aunque él nunca afirmó ser su dueño.

¿A cuántos Pancholares equivale?

Vestía un uniforme azul con hombreras doradas (donado por oficiales de un destacamento del ejército), un sombrero de piel de castor adornado con una pluma de pavo real y una roseta, y completaba su real apariencia con un paragüas o un bastón. Vestido de esta manera recorría las calles de la ciudad, revisando en persona el estado de los caminos y las aceras, las propiedades y servicios públicos, la apariencia de los oficiales de policía, y atendiendo las necesidades de sus súbditos.

Fue durante uno de estos recorridos que llevó a cabo su acto más famoso. Durante manifestaciones violentas en contra de los inmigrantes de origen chino de la ciudad, Norton se interpuso entre los revoltosos y los inmigrantes, y bajando la cabeza se puso a orar. Avergonzados, la turba se dispersó.

En 1867, se hizo un escándalo en la ciudad, debido a que un joven oficial de policía lo arrestó e hizo que lo internaran en el manicomio. La indignación del público ante este acto no se hizo esperar, llegando incluso a los periódicos. El jefe de policía lo liberó, debido a que: “No ha derramado sangre alguna, no ha robado a nadie y no ha despojado a ningún país, que es más de lo que puede decirse de sus pares”. Una vez en libertad, el Emperador dispensó un perdón imperial al joven oficial, y a partir de ese momento todos los oficiales de policía lo saludaban al verlo pasar.

El censo de 1870 registra a Joshua Norton, con la ocupación de “Emperador”. También emitía sus propios billetes, los cuales ahora son un artículo de colección muy preciado. Intercambiaba correspondencia con la Reina Victoria de Inglaterra, generando rumores infundados de que era descendiente de Luis Napoleón de Francia y se casaría con la reina. Durante el reinado de Maximiliano de Habsburgo, dejó de lado su título de “protector de México”, razonando que: “Es muy díficil proteger una nación en la que hay tanta inquietud.”

¿Y ahora quién podrá protegernos?

El 8 de Enero de 1880, durante uno de sus recorridos, el Emperador cayó de manera repentina, y murió antes de poder ser conducido a un hospital. Los miembros de una asociación de hombres de negocios reunieron el dinero para darle un funeral digno de su posición al que asistieron 30,000 personas. Fue enterrado en el Cementerio Masónico, pero fue transferido en 1934 al Cementerio Woodland, donde en los años 60’s se le dio la lápida que tiene en la actualidad, reconociéndolo como “Norton I, Emperador de los Estados Unidos y Protector de México.”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ralmente me recuerda a cierto diseñador grafico, que no me extrañaria iniciara un cmpratmiento igual en pocas decadas, pero en fin. Ta interesante el comentario

marcos