miércoles, 18 de noviembre de 2015

Las Arenas Silenciosas/The Silent Sands: Intermedio I

El Coyote y La Serpiente.

"I hate and fear snakes, because if you look into the eyes of any snake you will see that it knows all and more of the mystery of man's fall, and that it feels all the contempt that the Devil felt when Adam was evicted from Eden." -Rudyard Kipling.

"El Coyote está allá afuera, y siempre tiene hambre."-Proverbio Navajo.



I

The Arizona desert was cold and miserable, just like it always was before sunrise, when it became hot and unbearable.

The coyote was sitting in the middle of nowhere, just looking at the horizon. Soon, the Sun would come up, and the stars would be hidden behind its supreme light. He was a bit skinny, its coat looking a little less nicer than when he was a young pup, a long time ago.

Coming from behind a rock, a shadow crept on the ground, getting closer to the coyote. Slithering along the ground, black like obsidian.

La Serpiente se detuvo al lado del coyote, y sacó la lengua a manera de saludo. El coyote giro la cabeza, y miró al ofidio con ojos llenos de estrellas.

Nadie más se dignaba a hablar con la serpiente, todos la evitaban: los gigantes que quedaban, la antigua mujer, incluso el Pájaro Trueno no le dedicaba más que una mirada de desprecio, cada vez que surcaba el cielo llevando las tormentas en sus alas.

The Snake had come long ago, with the men beyond the ocean. It had needed a new audience, ones who didn't knew of its tricks and lies, the prices to pay to be a part of its great show.

The Coyote was the closest thing it had to a friend. Unlike others, he loved tricks and jokes, the illusion and the magic. In a world where there was so little real magic, he brought some color to the brief lives of men and women.

The light raced along the ground, as the Sun rised in the horizon. That was the agreed upon signal.

El Gran Juego iba a empezar. Sus piezas llegarían pronto, y comenzarían una vez que estuvieran en posición.

A la Serpiente no le gustaba esa tierra. Había demasiadas cosas procedentes de la Oscuridad Cósmica, de antes de que existiera la primera luz, que encendió todas las demás en el cielo, en esos últimos años.

El Hroj'or Uxtam había intentado consumir el color de ese mundo, y el Ovoac Uzzant tenía siempre la mirada fija con uno de sus infinitos ojos que atravesaban toda sombra y materia.

Pero el mundo no fue consumido, y continuó girando. Y mientras los seres humanos existieran, también lo haría la Serpiente.

Still, the Snake didn't care much about humans. They were too caught up in their simple concepts, drawing lines around things and giving them names just so they could put them in this or that category. They were too busy marveling at their so-called cleverness to understand the true mistery and wonder of the universe.

Coyote had more of a soft-spot for humans, those children of wonder. Always looking for the truth, yet so dumb that he had always to present it in some way their small, limited minds could comprehend it.

Esos humanos siempre desconfiaban de la verdad, a menos que primero montara algún pequeño show, hacerlos creer que la descubrían tras recorrer un tortuoso camino, en vez de aceptarla sin problemas.

A veces le costaba trabajo creer lo que la serpiente le decía, que su más grande logro fue que aprendieran sobre el bien y el mal. Pero la serpiente era tan mentirosa como él mismo, si no es que un poco menos.

Y la Serpiente sabía cosas, como lo que había más allá de la bóveda celeste en la que el coyote una vez había colgado las estrellas, y de los seres que moraban ahí, lejos de toda luz.

Some of those things had been busy in the last few months, on the edge of his desert. But the gears had been put into motion, and soon they would been taken care of, those winged insects that walked like humans and their little bug-hounds.

Coyote and Snake looked at each other, lost in an exchange that no words could do justice. Then, in a sudden manner, they started their journey, keeping the Sun to their left.

Su destino era uno de esos límites que tanto gustaban a los humanos. Ahí sería dónde empezaría el Gran Juego, y dónde se ganaría el premio de la Apuesta.

Coyote se preguntaba si los humanos volverían a sorprenderlo.

Serpiente sabía que los humanos no la decepcionarían.

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