La gente del siglo XXI tiene a su
disposición una gran cantidad de recursos y conocimientos, con los
cuales pueden hacer cualquier cosa que imaginen, o al menos eso
creen.
Thomas Thwaites, residente del Reino
Unido, también pensaba esto, hasta que se embarcó en un proyecto en
apariencia simple: hacer una tostadora.
No armar una tostadora, empleando
componentes existentes; ni diseñarla, haciendo solo las
especificaciones, y delegando el ensamblaje a algún taller o
fábrica.
Si deseas hacer un sandwich, primero
debes crear el Universo.
El estudiante de posgrado en diseño
tuvo que extraer los materiales de la naturaleza, refinarlos, darles
forma, y juntarlos para hacer su tostadora, que acabó con un aspecto
más de escultura moderna que de electrodoméstico.
“Me llevó 9 meses, involucró
viajar 1900 millas (3057.75 kilómetros) a algunos de los lugares más
remotos del Reino Unido, y me costó
£1187.54 ($1837.36 dólares)”, recordó el autor.
El proceso inició con el desarmado de
un tostador común, el más barato que pudo encontrar, pensando que
tendría menos piezas que duplicar.
Para su sorpresa, cada parte estaba
integrada por piezas más pequeñas, llegando a contar hasta 404 de
ellas; además de que varias de estas eran de materiales difíciles
de reconocer solo por el tacto y la vista.
Por necesidad de mantener el proyecto
lo más simple posible, Thwaites dividió las partes de acuerdo a los
materiales que necesitaría: Acero, Cobre, Níquel, Mica y Plástico.
“Estaba pensando que en algún punto,
alguien debió hacer el primer transistor o resistor o condensador o
algo”, mencionó a Jan Cilliers, profesor de la Real Escuela de
Minería, “así que debe ser posible hacer esas cosas uno mismo”.
Pronto quedaría desengañado acerca de
sus propias capacidades para fabricar un tostador como los de las
tiendas.
Al diablo, mejor viviré en un agujero
en el suelo.
Primero tuvo que conseguir los
minerales de la naturaleza, teniendo que viajar a antiguas minas y
depósitos, reuniendo los pocos restos de metal que han quedado desde
que el ser humano comenzó su extracción.
Luego tuvo que refinarlos el mismo, con
la ayuda de un tratado del siglo XVI, y experimentos con un
microondas, ya que los textos actuales solo tienen en cuenta los
procesos industriales a gran escala.
“En el camino a casa tras mi éxito
inicial de esa noche, estoy abrumado por la cantidad de metal de alta
pureza que hay tan casualmente en el entorno urbano [...].
“Hay toneladas de metal a mi
alrededor, y yo estaba jubiloso por haber fundido una pieza pequeña
a una pureza que sería rechazada por cualquier fabricante”, relató
el autor.
“¡Tony Stark hizo esto en una cueva,
con una caja de cables!”
Con la mica tuvo algo de suerte, al
encontrar una vena viable a ras de tierra; cosa diferente fue
fabricar el plástico, ya que la refinación del petróleo no es algo
que pudiera hacer en el patio de su casa.
Por suerte para Thwaites, estamos en
medio de la época geológica que se llamaría Antropoceno, en la que
los restos del plástico que tiramos en basureros será parte de los
estratos de roca dentro de miles de años.
Esto también hace que descubra lo
difícil que es reciclar los diferentes aparatos electrónicos que
usamos desde hace décadas, ya que los fabricantes no toman en cuenta
la labor de separar sus piezas.
Y al final la película tenía razón,
mira tú.
La contaminación de fuentes de agua,
los derrames de petróleo, la mayor escasez de materias primas, los
basureros al aire libre: todo esto lo ha hecho la humanidad, solo
para tostar su pan más rápido.
“Mi intento por hacer un tostador me
ha enseñado cuanto dependemos de todos los demás en el mundo”,
concluyó el autor, pero añadió “Aunque hay romance en la idea de
la auto-suficiencia, y vivir de la tierra, también es absurdo”.
Es un libro que les recomiendo leer,
para todos los que quieren saber del impacto que el hombre tiene en
el medio ambiente, y de como la ciencia ha moldeado nuestro presente.
Para saber más: