La tarde del cuatro de Junio del 2004, el pueblo de Granby, en el estado de Colorado, vio rota su tranquilidad de manera súbita. Ninguno de los mil quinientos veinticinco habitantes de este pequeño pueblo del oeste de los Estados Unidos hubiera podido prever la devastación que les esperaba. Una vez se hubo asentado el polvo, trece edificios habían sido destruidos o dañados de manera severa; una docena de vehículos convertidos en chatarra, y una sola víctima: Marvin Heemeyer.
¿Qué tal si vamos por unas chelas?
Marvin, de cincuenta y dos años y propietario de una tienda de mofles en las afueras de la ciudad, era según sus amigos y parientes, un hombre agradable, siempre dispuesto a ayudar; pero también alguien que no querrías tener de enemigo. Excelente soldador y operario de maquinaria pesada, se había mudado al pueblo diez años antes del incidente, para abrir su negocio.
Marvin terminó vendiendo su propiedad a una compañía recolectora de basura, la cual le dio un plazo de seis meses para retirarse de la propiedad. Fue durante este tiempo que dio los toques finales al que sería el instrumento de su venganza.
Excelente para quitar a los que estacionan en doble fila.
Él había comprado un bulldozer (Komatsu D355A) con la intención de abrir un nuevo camino a su tienda, pero le fue denegado el permiso. Una vez que vio que no conseguiría sus propósitos por medio de la ley, fue que puso manos a la obra. Construyó una armadura de concreto y acero, la cual cubría la cabina, el motor y parte de las orugas del vehículo. Añadió cámaras de video y monitores a la cabina, junto con ventiladores que lo mantendrían fresco mientras lo condujera. Comida y agua suficientes completaban el equipo con el que llevaría a cabo su plan. La cabina fue soldada desde el interior: una vez que hubo entrado, no tenía intención de salir.
En sus notas, Marvin Heemeyer comenta: “Es interesante como nunca me atraparon. Fue un proyecto de medio tiempo durante un tiempo de año y medio.” Y de otras muchas instancias en las que estuvo a punto de ser descubierto.
Lo que siguió fue destrucción a gran escala, como nunca habían presenciado los habitantes del pequeño pueblo: la fábrica de cemento y el ayuntamiento fueron dos de los varios blancos de la furia destructiva del otrora vendedor de mofles. Otros blancos fueron las propiedades de los funcionarios y negocios de otras personas con las que había tenido disputas.
La policía y los servicios de emergencia no podían parar la estela de devastación que dejaba tras de sí en su máquina blindada. Doscientos disparos y tres explosiones no hicieron mella al blindaje del vehículo, que avanzaba a un paso lento por entre las calles, seguido por oficiales de policía a pie. Incluso intentaron detenerlo usando otro vehículo de construcción, pero no fue rival para el pesado bulldozer.
Muere el hombre. Nace la leyenda.
Al final, el vehículo se detuvo por una falla del radiador. Fue cuando murió la única víctima de este episodio, el mismo Heemeyer, quien se suicidó usando una escopeta que tenía en el interior de la cabina. Su cuerpo hubo de ser removido por medio de una grúa, después de que las autoridades abrieron un agujero en la armadura usando sopletes.
Es de notar que en medio de toda esta destrucción, no hubo ninguna otra víctima o herido: los testigos describían como el conductor parecía esquivar y esperar a que la gente se quitara de su camino.
El ataque provocó opiniones divididas entre los pobladores, debido a que era de todos conocidos el pleito entre Heemeyer y los funcionarios. Pero esto dio paso a un sentimiento de solidaridad entre ellos, quienes llevaron a cabo colectas y eventos para reconstruir los edificios dañados.
El bulldozer fue confiscado por la ciudad, con el propósito de desmantelarlo y desperdigar las partes, para evitar que admiradores de su constructor y coleccionistas pudieran llevarse partes con las cuales glorificar el horrible ataque.
A cuatro años del incidente, los pobladores buscan continuar con sus vidas y olvidar el dramático episodio que les tocó atestiguar, esperando que el suceso se desvanezca un día de la mente del público, y en especial de la gente que, como Marvin, tienen los medios y la motivación para llevar a cabo sus planes en contra de aquellos que tienen la desgracia de ganarse su enemistad.
Para saber más:Artículo de Wikipedia (inglés)
Fotos de la destrucción de la ciudad
Nota del New York Times